La dimension social de los medios


Introducción

La discusión del papel de los medios de comunicación en la construcción de la democracia es uno de los temas más candentes de la actualidad latinoamericana y particularmente ecuatoriana. Por esta razón, para mí es un gusto dirigirme a ustedes, agradeciendo la invitación de la escuela de Ciencias Políticas de la Universidad de Costa Rica para referirme al tema del papel de los medios de comunicación dentro del proceso democrático.

Por motivos de tiempo y especialmente de limitación de conocimientos, restringiré mi análisis al contexto latinoamericano, comentando sobre algunos puntos que considero merecen nuestro análisis en conjunto, y más particularmente me referiré al caso concreto de mi país. Espero entonces que este ejercicio académico nos permita lograr un intercambio fluido de ideas sobre una idea fundamental ¿Cuál es la dimensión social de los medios de comunicación en la construcción de la democracia latinoamericana?

En primer lugar, creo que para todos está claro el papel trascendental que han tenido los medios de comunicación tradicionales en la arquitectura democrática de esta parte del mundo. Creo también que es ya una discusión superada el analizar el impacto o no de las nuevas plataformas mediáticas (blogs, podcasts, youtube) en los sistemas “democráticos”. Entonces, es seguro decir que más que nunca los procesos políticos latinoamericanos se han “mediatizado” y los medios de comunicación de han “politizado”.

Dicho esto, y si me lo permiten, yo quería pedirles que concentren su análisis en la dimensión democrática de los medios de comunicación en América Latina, y lanzo al aire algunas preguntas. ¿Quiénes son los dueños de los medios de comunicación tradicionales (prensa y audiovisual)? ¿Es el llamado internet 2.0 un vehículo de la democracia? ¿Qué puede hacer el ciudadano común para establecer una agenda más democrática en los medios de comunicación? ¿Cuál es el límite de la libertad de prensa? ¿Son los medios estatales de comunicación de beneficio de todos o meros instrumentos de propaganda oficial? O inclusive ¿se puede prescindir de los medios de comunicación en América Latina en la construcción de la democracia?Les invito que reflexionemos sobre estas preguntas, a las cuales yo francamente no tengo respuestas contundentes.

El caso latinoamericano

La investigadora mexicana Lizy Navarro Zamora, señala que los medios de comunicación en la región son un poder “real”, que se ha establecido como tal por los vacios del poder institucionalizado. Allí, donde no llega la policía o los políticos a pedir votos, llega siempre la radio o algún medio escrito. Porque la información, más allá de que los gobiernos la quieran categorizar como un derecho humano inherente, es sobre todo una necesidad, para algunos “locos”, comparable con el aire o el alimento. Y Navarro Zamora continua diciendo, que estos medios tienen la capacidad de generar agendas, de llevar a la opinión pública a favor o en contra de una iniciativa, o destruir la imagen de una figura pública. Esto, considero yo que es aplicable tanto en las grandes corporaciones mediáticas como en los medios comunitarios.

Pensemos entonces en esta gigantesca responsabilidad que poseen los medios, tenemos que reflexionar también sobre su dimensión ética y responsabilidad social. Y esta reflexión no es solamente importante para la gente del submundo de la comunicación, sino que es vital para nosotros como ciudadanos de a pie que queremos vivir en sociedades más justas. En Latinoamérica es común protestar contra el gobierno o por un mal servicio público. Pero ¿protestamos también contra los contenidos mediáticos, o es suficiente cambiar de canal o apagar la tele? Ahora, este es uno de los temas importantes de la discusión democrática de nuestro continente.

Nos hemos acostumbrado al hecho de que los canales de televisión, los periódicos y las estaciones de radio han estado ahí toda nuestra vida, inclusive desde la época de nuestros abuelos. Pero ¿las cosas que pasan y han pasado por la tele (disculpen para mi “la tele” es muchacha) o la radio, son buenas? ¿Los mismos periodistas que estuvieron hace 15 o 25 años haciendo opinión siguiendo siendo ahora los detentores de la verdad? Y si consideramos entonces que estos medios tradicionales poco interactivos están perdiendo espacios ante las nuevas tecnologías, tenemos entonces que reconocer que entre nuestras responsabilidades y luchas colectivas en Latinoamérica, relacionadas al combate a la pobreza, está también el desafío de lograr que el acceso a las nuevas plataformas tecnológicas de la información llegue también a la mayor cantidad de latinoamericanos,para intentar cerrar la brecha tecnológica entre Norte y Sur. Y esa creo, y aspiro que coincidan conmigo, es una de las responsabilidades más importantes de nuestra generación.

Hace poco fuimos testigos del debate organizado por CNN y Youtube de los candidatos demócratas a la presidencia de los Estados Unidos, en el que las preguntas vinieron íntegramente de videos grabados por personas comunes en ese canal de video. ¿En cuánto tiempo podremos hacer eso en esta parte del mundo? ¿O mejor nos excusamos diciendo que eso algo “impropio de nuestra idiosincrasia latinoamericana”? Cabe hacer autocrítica sobre el reporterismo ciudadano a través de las nuevas tecnologías. ¿Cuántos de nosotros aquí presentes tenemos un blog propio o leemos uno regularmente… o hemos subido un video en internet o hecho un podcast? Creo que podríamos llegar a estar de acuerdo que si bien las nuevas plataformas no son per se más democráticas, si pueden ayudar a construir sociedades con mayor acceso a la información (que no quiere decir necesariamente que estaremos expuestos a menos mentiras), y está aquí otro de nuestros retos: La construcción de la credibilidad del internet 2.0.
La profesionalización de los informadores es un tema importante. Sin duda ser comunicador no es igual a ser neurocirujano, no obstante, la ética de la información es un aspecto trascendental en el trabajo dentro de un medio, ya sea audiovisual, escrito o en internet.

Y alrededor de este concepto, la ética, es que surgen otros temas de reflexión. Creo que es plausible afirmar que si consideramos esta dimensión ética de los medios, en especial en el establecimiento de las agendas y sus contenidos, podemos afirmar entonces que ellos tienen, al igual que cualquier otra empresa privada, una dimensión social, pero aún más profunda que el resto de empresas, una papel trascendental y particular en la vida política de las naciones, realidad especialmente aplicable para nuestra región. Esa responsabilidad con la democracia es el límite de la libertad de expresión, y debería servir a su vez como garante del ya mencionado derecho (o necesidad) a la información y a la transparencia. Por otro lado, deben existir medios de comunicación de propiedad estatal, fuertes y competitivos en nuestros países, tal y como existen servicios públicos de otra índole en la gran mayoría de Latinoamérica.

El Estado debe ofrecer una alternativa de información de beneficio al público, y es una de sus funciones más importantes, como proveer educación, salud o regular los monopolios económicos. Este ejercicio, por supuesto, no quiere decir que los medios estatales deberían ser instrumentos de propaganda y de campaña oficialista. De primera mano conozco el caso español, donde Radio Televisión Española (RTVE) compite con el resto de medios por audiencias, y que como la gran mayoría de empresas públicas de medios de comunicación en Europa, exigió y exige de inversiones importantes de dinero, lo que les obliga a ofrecer contenidos de calidad. Y mencionaré solo un caso, el de la British Broadcasting Corporation (BBC), la que a menudo brinda información en contra del gobierno británico. Se puede discutir mucho sobre si es que existen medios independientes, ya sean públicos o privados. Yo considero que inclusive quien publica su artículo en un blog y opina sobre un tema X o Y, o quien se las ingenia para mantener un videocast cada semana está argumentando con cierta intención, y esa es precisamente una de las dimensiones más complejas de la ética comunicacional que mencionábamos hace un momento, la urgencia que tenemos de persuadir a quien nos escucha, nos ve o lee, la necesidad humana de hacer política. Esa es para mí la clave de la credibilidad…

El Caso Ecuatoriano.


http://es.youtube.com/watch?v=DwEsWLKxOSI

Como pueden ver, el caso de mi país es complejo. Los dueños de los medios no se dedican tan solo a empresas mediáticas, sino que tienen bancos, fábricas y otras actividades relacionadas con el mundo empresarial. Esto, por supuesto, no es malo por sí mismo, lo que si debemos decir, sin embargo, es que representa un dilema ético importante. El conflicto en el caso ecuatoriano radica en que por un lado, los medios han copado el espacio dejado por la desarticulada oposición política, interviniendo activamente en el juego democrático, pero a la vez son manejados como empresas que buscan lucro para sus accionistas. En este sentido, la reflexión en torno a la dimensión ética se hace aun más urgente.

Fue precisamente el Presidente Rafael Correa quien introdujo esta discusión a escala nacional. La televisión había sido uno de los pocos referentes de lo “bueno” del país, ya que se percibía como una de las defensoras de la democracia, en especial el ejercicio del periodismo de investigación, que destapaba constantes escándalos de corrupción en el sector público. No obstante, la discusión ha tomado una nueva dimensión en el Ecuador, ese refrán de que “nadie sabe para quién trabaja” no es cierto en el caso de los medios ecuatorianos. Como vimos en el video, 5 de los 7 canales privados de televisión son propiedad de banqueros, una de las clases más desprestigiadas en el Ecuador después de la crisis de 1999. Entre las principales dimensiones de la democracia encontramos el concepto de “accountability” o dicho en buen cristiano, el sistema de rendición de cuentas del sector público.

Y si consideramos que esa democracia funciona desde lo puramente público y también desde los medios, a los que considero como las más públicas de las organizaciones privadas, podemos decir que en el Ecuador la construcción hacia la democracia pasa también por democratizar a los medios de comunicación, tanto en su propiedad como en su acceso, para que sean capaces de aportar eficientemente al proceso de rendición de cuentas. Esto parece fácil y suena dulce ante nuestros oídos, el problema es el cómo lograrlo. Por más de que el Estado, a través de la nueva constitución, cree leyes para que los dueños de los medios no tengan empresas relacionadas, se puede argumentar con justa razón que siendo la inversión tan grande para poner, por ejemplo un canal de televisión o una emisora en FM, ese dinero vendrá de capitales, ya sean locales o extranjeros, privados que legítimamente buscarán el retorno de su inversión. Se puede argumentar por otro lado que leyes restrictivas que regulen la propiedad de los medios y la adjudicación de frecuencias están en contra de la libre empresa. Por esta razón, la dimensión ética y la responsabilidad social son y serán asuntos claves para el presente y futuro de los medios de comunicación en el Ecuador.

Mi país, como ustedes conocen, ha sido el más inestable de la región. 8 presidentes en 10 años. Y de esa inestabilidad han sido juez y parte los medios. Durante el derrocamiento de Lucio Gutiérrez, una emisora de claro corte social de izquierda, afincada en Quito, “La Luna”, articuló las expresiones de la protesta y fue el canal de la movilización que logró el objetivo de desalojar al ex presidente del poder, esto reconocido por el mismo equipo de Gutiérrez. Este ejemplo me sirve entonces para afirmar que el gran poder movilizador de los medios es uno de los instrumentos más importantes de la construcción y el posterior fortalecimiento o quebranto de la democracia en un país como el Ecuador, y creo que es plausible ampliar las fronteras de este argumento a la gran mayoría de los países latinoamericanos. Por esa razón, y como lo afirma Mónica Chuji, ex Secretaria de Comunicación y Asambleísta elegida este 30 de septiembre, es necesario “democratizar mucho más los medios de comunicación” y lograr que “las frecuencias y los espectros radiales tengan una distribución equitativa para todos los sectores” a fin de lograr convivencia entre medios privados y medios públicos.

Como podrán haber observado, nos quedan más preguntas que respuestas, razón por la cual les invito a continuar esta reflexión, y que cada uno saque sus propias conclusiones. Para terminar entonces me gustaría dejarles con este último pensamiento del Periodista Ecuatoriano Javier Ponce, articulista del Diario El Universo de Guayaquil. “La relación de la democracia con la comunicación, concretamente con los grandes medios de comunicación, es una relación extraña, paradójica, perversa a momentos. Es, por una parte, una relación al interior del poder. Es por otra el inútil intento de deslindar terrenos con el poder. Y en el centro de esa condición ambivalente está lo que es la mayor fortuna y la mayor perdición de la comunicación: la credibilidad. En torno a la credibilidad se debate la suerte de la comunicación como parte del poder.”

Presentación en la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad de Costa Rica, el 5 de octubre del 2007

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