Decepción Presidencial


En primer lugar, pido disculpas por usar este foro quizás poco adecuado para opinar de política, pero la verdad es que me duele lo que está pasando en el Ecuador, y aun más al estar lejos, y tener una pequeñísima parte de la inmensa responsabilidad de representarlo en otro país.

Me refiero en particular, al comentario que ha hecho el señor Presidente del Ecuador sobre la reforma de la Ley Orgánica del Servicio Exterior (LOSE), “El Presidente pide que se declare inconstitucional la Ley de Servicio Exterior” (http://www.presidencia.gov.ec/noticias.asp?noid=8958). En estas declaraciones, en las que el Presidente Correa no logra contener su predisposición a escalar los conflictos, él se queja amargamente de que las reformas a la LOSE hayan sido aprobadas para que ya no se les permitan a los gobernantes de turno enviar a las misiones diplomáticas a sus aliados a fin de pagar favores políticos, como ha sido la costumbre de los anteriores gobiernos, sino que por fin haya un límite a los abusos, y que los puestos de confianza en las misiones diplomáticas, tanto de embajadores como de jefes de misiones consulares, sean ocupados por representantes políticos directos del Presidente, escogidos tanto entre funcionarios de carrera como de ciudadanos que hayan cumplido relevantes servicios para el país.

Yo fui uno de los que voté por el Presidente Correa, entre otras razones, porque estoy muy consciente de las necesidades que tiene el Ecuador, sobre todo en cuanto a vencer la corrupción y mejorar la distribución del ingreso. También voté por él, teniendo muy claro el hecho de que la personalidad de Correa haría que esos cambios se hagan a través de métodos drásticos, que provocarían que varios grupos de poder dentro del Ecuador, por decir lo menos, se irriten.

Dos meses después, mi impresión ha variado ostensiblemente. He descubierto un personaje intolerante a la crítica, propenso a la pelea, incapaz de reconocer algún valor en las instituciones tradicionales o en las personas que no pertenecen a su círculo íntimo de confianza, con claros tintes autoritarios y visiones económicas, de alguna manera, reaccionarias, y especialmente con una voluntad inmensa de acumular el poder.

¿Será que nos hemos equivocado los ecuatorianos una vez más? ¿Será que esta vorágine de ataque y destrucción a todo lo que ha existido antes traerá estabilidad y prosperidad al país?, ¿Será que un aliado a los gobiernos de izquierda autoritaria logrará una integración comercial y la mejora de la imagen internacional? Todavía podemos guardar algo de esperanza y otorgarle el beneficio de la duda al gobernante del Ecuador, que valga la aclaración, no es ni mucho menos el único responsable de los gravísimos descalabros sistémicos del Ecuador, pero si es quien representa la esperanza del país por días mejores, y es a quien le debemos pedir cuentas en primera instancia por lo que pasa en el Ecuador, según lo exige el régimen democrático ultra presidencialista ecuatoriano. Este beneficio de la duda es el que, entre otros factores, mantiene a un Presidente como el ecuatoriano al frente del gobierno. Sin embargo, debemos recordarnos los unos a los otros que los sentimientos de omnipotencia e infalibilidad constituyen, en mi opinión, los dos factores más importantes para que ninguno de los Presidentes del Ecuador en los últimos diez años haya terminado su mandato.

San José de Costa Rica, 2 de abril 07

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