Me siento superado por su cariño



He intentado verbalizar la amalgama de sentimientos que la muerte de Belén ha producido en mi, en Hugo, su papá y en toda nuestra familia y amigos que compartimos el dolor de su enfermedad y su larguísima agonía con ella, y la verdad es que es imposible poner en palabras todo lo que hemos sentido, quizás superados es el mejor calificativo que se ocurre.
Superado y agradecido me siento, sobre todo por todas las muestras de amor y solidaridad que hemos recibo de todos ustedes, durante el tormentoso camino de la enfermedad de Belén, pero especialmente ahora a raíz del desenlace ocurrido el día 19 de diciembre.
Sus palabras de aliento y su acompañamiento en estos momentos son sin duda la mayor bendición que hemos recibido. Cada abrazo en vivo o a la distancia nos alimenta poco a poco el alma, especialmente a mi suegro y a mí, para salir adelante.
Les pido disculpas anticipadas por recurrir a este lugar común, pero Belén está ahora en el cielo y no me queda absolutamente ninguna duda, de que ella es ahora un hermoso ángel. Hasta la última semana de su vida, ella siguió luchando; quería curarse y tener una vida normal, soñaba con ser madre y juntos nos imaginábamos nuestra vida, volver a nuestra casa y pensar que este duro camino que estábamos recorriendo sería solo una prueba para fortalecer nuestro amor.
Ahora le agradezco a Dios que Belén está mucho mejor de lo que podemos estar aquí en la tierra, sin dolor y sin angustia. El Creador, con su infinita misericordia y bondad juntó nuestras vidas y permitió que nos casemos, y que nuestro tiempo juntos esté especialmente lleno de momentos hermosos, siendo el más bello de todos, el día de nuestra boda, en abril del 2008. Le agradezco a Dios por permitirme haber tenido una bella esposa, de profundos ojos marrón y personalidad firme, que fue mi maestra y mi ejemplo de cómo no dejarse vencer ante las dificultades. Le agradezco a Dios que pude acompañarle al final de su vida en todo momento, desde que cumplió 30 años el 4 de diciembre hasta su último aliento, cuando en la mayor paz, se quedó dormida para despertarse viendo el rostro de Él y de su madre.
Pero especialmente agradezco a Dios por la bendición que han sido ustedes en mi vida, mi familia y mis amigos; a todos y cada uno les agradezco por sus muestras de cariño y solidaridad, que como repito, me sobrecoge al punto de no poder agradecer a todos por tanto cariño, que proviene, literalmente de las 4 esquinas del mundo. Que Dios les colme de amor y les pague porque yo no puedo, y sepan que mi ángel se acordará de cada uno de ustedes desde el cielo.
Por favor, amen a sus parejas y a su familia con intensidad; porque como fue en el caso de Belén y mío, un día Dios decidió que la vida de ella en la tierra debía terminar; así que hoy por favor abracen a su pareja fuertemente y díganle cuanto la aman. Yo ya no lo puedo hacer, sino solo en mis recuerdos y por eso se los pido, como homenaje a Belén y a la lección más valiosa que me dejó, el amor verdadero.

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